9 de abril de 2022

La nueva objetividad

 La situación económica y social aparejada a la I Guerra Mundial se representó de forma caótica en todos los sectores de la humanidad. Conforme al arte, las artes plásticas reaccionaba contra las efusiones del alma y los tecnicismos sin ella, las soluciones plásticas parecieron encontrarse en un arte enraizado en aquella realidad contradictoria y accidentada, un arte sin cortapisas espirituales, tan duro y despiadado como el entorno de sus autores pero, al mismo tiempo, útil socialmente. En definitiva, no se apostó por un arte revolucionario en la forma, sino en el contenido. Esa fue la posición de Käthe Kollwitz, Barlach, Otto Dix, Grosz, Beckmann, John Heartfield y Hans Grundig, formadores de la corriente de la Nueva Objetividad.

La muerte y la miseria, la hipocresía de cierta burguesía, la riqueza y jactancia de algunos generales, y, en todo caso, el derrumbamiento de una sociedad no ocurrieron artísticamente en vano: lo que algunos expresionistas intuyeron mudó en una realidad aún más oscura que desembocó en el radical desplazamiento a la izquierda de muchos intelectuales, desplazamiento que a menudo adoptó las formas más extremas.
Una de las consecuencias de esa reacción contra las causas que generaron la aberración de la guerra fue el dadaísmo, en todas sus caras (artístico, literario, moral y político), pero la más importante fue la formación de un colectivo de literatos, poetas, cineastas, directores de teatro, músicos y artistas comprometidos con la historia de esa época, actuando con su trabajo en apoyo de las fuerzas revolucionarias, haciendo una crítica a fondo de la vieja sociedad y dedicados al renacimiento de una Alemania democrática. El paisaje cultural de entonces fue tan rico y fructífero como heterogéneo e inmoderado.
El derrumbamiento moral de las clases medias alemanas, la inflación y el hambre crearon una situación difícil, pero también contribuyeron a aclarar la necesidad de una solución revolucionaria. Partiendo de esa constatación, se formó el Novembergruppe, que reunió a artistas y arquitectos de vanguardia orientados políticamente a la izquierda. Durante la república de Weimar, la actividad cultural de inspiración democrática y socialista aumentó en calidad e intensidad. Brecht comenzó a escribir sus poemas y sus primeros dramas; Toller dedicó su obra teatral Hombre masa a los proletarios, Thomas Mann publicó La montaña mágica, Arnold Zweig, sus libros contra la guerra; y Döblin, su Berlin Alexanderplatz.
La miseria de los barrios pobres de Berlín, la de los desempleados, el dolor de las madres a las que la guerra dejó sin hijos, las luchas y manifestaciones obreras… son sus grandes temas. Su trazo desciende en profundidad y capta en los gestos, destacándolos, los ideales, pasiones y pensamientos de las víctimas anónimas de este drama humano que cada día tenía lugar en el Berlín derrotado.
Así, la Nueva Objetividad, cuya raíz hay que buscarla en la cultura naturalista, constituyó un intento serio de superar las fracturas entre arte y sociedad. Los artistas se alinearon con la nueva fuerza histórica destinada a sustituir a la burguesía y pusieron su creación al servicio del proletariado. Y era un hecho lleno de circunstancias para el futuro.

2 comentarios:

  1. Gracias. Es muy interesante el artículo. En mi criterio tiene especial vigencia.

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    1. Así es, es una de las funciones de la historia del arte también, transportarse hacia otros escenarios y percibir cómo trascienden los hechos

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